La edificación, como parte integrante de las ciudades, ha experimentado en los últimos años una evolución hacia una arquitectura sostenible, planteándose ciertas técnicas y sistemas con el fin de construir de forma integrada en la naturaleza, apostando por la confortabilidad y calidad de vida de los ocupantes, optimizando recursos y disminuyendo el consumo energético.
Uno de los sectores que más emisiones genera en Europa es el de la edificación, proporcionando un tercio de las emisiones de GEI y representando un 40% del consumo energético. Asimismo, más de la mitad de los edificios residenciales de las ciudades del territorio nacional se construyeron hace más de 40 años sin ninguna normativa energética. Por ello, precisan ser intervenidos para mejorar su respuesta energética, la accesibilidad o la calidad del espacio, tanto desde el punto de vista de las personas que residen en ellos como de su aportación al espacio urbano.
Las cubiertas ajardinadas son, por excelencia, uno de los elementos integrantes en la arquitectura bioclimática. Sus efectos beneficiosos en el aislamiento térmico y la mejora en la inercia térmica que proporcionan las definen como soluciones para un consumo energético responsable. Además, las cubiertas ajardinadas son responsables de otras numerosas ventajas como la reducción de aguas de escorrentía, mitigación del efecto isla de calor, reutilización de espacios en desuso y revalorización económica de los edificios, entre otras muchas.
La total implantación de estas envolventes arquitectónicas pasa por una buena legislación y una correcta definición en la arquitectura sostenible, que hoy en día y sobre todo en España parece que empieza a hacerse notar. Ante la clara emergencia climática y energética, ciudades como Madrid, Barcelona o la Comunidad Valenciana, empiezan a dar los primeros pasos para ser referentes activadores en la transición ecológica.