Para entender por qué la fibra de coco es un medio de cultivo ideal desde un punto de vista agronómico, es importante analizar las diferencias entre un cultivo en suelo y uno basado en fibra de coco y comparar los factores principales que generan estrés a nivel radicular.
El comportamiento de una planta se ve influido generalmente por el microclima del invernadero y la rizosfera en la que se desarrolla, como explica Juan Manuel García, Product Manager de Projar. «Por consiguiente, usar fibra de coco de alta calidad como base permitirá la máxima respuesta vegetativa y productiva de la planta. Las condiciones del microclima siempre serán comunes en cualquier sistema productivo, ya sea en suelo o en hidroponía; por lo que tenemos que buscar diferencias a nivel radicular basándonos en los cinco tipos de estrés que sufren las raíces».
Estrés hídrico
La absorción de agua por parte de la raíz se ve afectada por dos fuerzas. Por un lado, el potencial mátrico es la fuerza con la que el agua queda retenida por el sistema radicular. Por otro lado, el potencial osmótico se genera debido a los iones disueltos en el agua (salinidad).
“En un cultivo en suelo, una vez alcanzado el equilibrio hídrico tras el riego y la capacidad de campo, se produce una fuerza de retención de agua mayor que la que encontraríamos en la fibra de coco. Estos valores son de 5-30 KPa para el suelo y 1-5 KPa para la fibra de coco”, detalla García.
De acuerdo con estos valores, se puede afirmar que una planta cultivada en fibra de coco necesitará realizar un menor gasto energético que una planta cultivada en suelo para absorber la misma unidad de volumen.
Estrés por salinidad
Este tipo de estrés afecta negativamente a la absorción de agua. En el suelo, la movilidad de iones se ve fuertemente afectada por dos motivos: la Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC) y la complejidad química del propio suelo. En la fibra de coco, los iones de tipo catiónico son más móviles y la CIC es ocupada por cationes de calcio. En este caso, las sales acumuladas en el sustrato se pueden lavar fácilmente. Por tanto, es posible mantener un nivel de salinidad estable, algo que no se da en el suelo.
Estrés por déficit de oxígeno
El espacio poroso es la proporción del volumen total que un sustrato tiene cuando se ha saturado de agua y ha drenado. “La porosidad en la fibra de coco es elevada y lo suficientemente gruesa para que el aire ocupe un mínimo del 30-35% del volumen total inmediatamente después del riego. Así, le aseguramos a la raíz el oxígeno que necesita sin tener que pasar periodos de encharcamiento, como ocurre en el suelo”, explica Juan Manuel.
Estrés por temperatura
La raíz es altamente dependiente de las temperaturas tanto en su actividad biológica de desarrollo y crecimiento como en su actividad funcional. La inercia térmica de la fibra de coco, al ser de origen orgánico, es bastante elevada y garantiza una mayor estabilidad de temperaturas en el entorno radicular.
Estrés por patologías
El riesgo de que la raíz padezca enfermedades se ve potenciado en los cultivos en suelo. El suelo es un medio continuo, puesto que no existen barreras aislantes entre una planta enferma y sus vecinas. El cultivo en fibra de coco con unidades aisladas está mucho mejor preparado para evitar infecciones por la dificultad de propagación de las enfermedades.